Habrán oído hablar de la polémica -porque afirmar hoy que el pasto es verde es muy polémico- que se dio la semana pasada en una charla -porque llamarlo monólogo sería políticamente incorrecto- en una conocida cadena de “artefactos” culturales en la que la conferenciante preguntó a un oyente cuál era su solución para la obesidad. Éste contestó, con ánimo sereno, “dieta y ejercicio” y a partir de ahí se desplegó ante nuestros ojos la enésima manifestación del zeitgeist woke: insultos, grititos, risas nerviosas y, por último, la exigencia de que seguridad expulsara a aquel intruso, a ese indeseable del “debate”. ¿Cómo osaba alguien ofrecer una propuesta de solución a una condición existencial -la obesidad-, a ese estadio superior en la pirámide del victimismo?
El obeso como último baluarte en la lucha contra la Realidad. Porque de esto trata la crónica de esta semana, queridos desdentados y deplorables: de la lucha sin cuartel que las huestes woke (debemos crear un término en español dada la gravedad de la situación en la que nos encontramos) han declarado a la Realidad y que amenaza con llevársenos a todos por delante. En este Nuevo Mundo se perfilan dos campos antagónicos: el del sentido común, la razón, el Logos o la biología elemental donde los desdentados resisten las embestidas del segundo campo, el de la Sostenibilidad-Inclusividad-Diversidad en el que Nuestros Señores alimentan a sus creaturas-funcionarios-woke para que acallen -bien regados de dineros y otras prebendas- a esos pobres desgraciados que tienen la desfachatez de cuestionar lo que no es cuestionable.
El gordo no se toca como lema de una cosmovisión que en realidad es una “cosmoceguera” la cual, alimentada día tras día por el estamento dirigente, no deja de “engordar” -qué apropiado aquí el término- y ocupar así más y más espacio del antaño foro, convertido hoy en una caja de resonancia que repite, hasta el eructo extenuante, los mantras de un único emisor, eliminada toda posibilidad de una voz contraria o tan sólo escéptica.
El fondo de la cuestión que aquí planteamos es de un de calado extraordinario porque nos señala que el plano de lo real ha sido abandonado y vilipendiado por la mayor parte de aquéllos que lideran la opinión pública -que ya no es tal sino mera cadena de propaganda subvencionada- al tiempo que se han entregado a una loca carrera cuyo destino final es un estado permanente de patología y negación, negación de lo que nos hace humanos y negación del intelecto que nos permite vivir como humanos entre humanos. Lo que está en juego es la propia supervivencia del hombre y, por ende, de una sociedad humana digna del mismo.
El Wokismo es, por tanto, el reverso tenebroso de la Realidad, su contrario ontológico. En este reverso irreal, el Wokismo es anunciado mediante una bandera-arcoíris omnipresente -luego dirán que los “trapos” no importan- que nos conduce directamente al abismo y la aniquilación como especie, abriendo las puertas a nuestra disolución biológica y antropológica. En el ínterin de esta guerra Nuestros Señores levantan múltiples ídolos de barro, tales como los “gordos” que han dado pie a esta crónica imposible, los cuales usan como armas de destrucción ideológica que impiden todo debate racional, que de hecho anulan la Razón por sí misma en un estruendo de acusaciones, condenas e histerismos varios. Estos idolillos son de hecho los talibanes de la Era Woke y la Razón perece como los Budas y otras imágenes que vuelan por los aires todos los días y a todas horas, iconoclastia retransmitida y coreada por los medios y la Academia en su fascinada ofuscación ante este Mal.
Cuando la Iglesia era una institución triunfante y militante proclamó la Primera Cruzada y la respuesta de júbilo de los fieles fue el ya mítico “¡Deus lo vult!”. Hoy en día deberíamos rescatar ese espíritu combativo -al menos los fieles de base, pues ya sabemos que el Vaticano está a otra cosa- y convertir ese humilde “Dieta y Ejercicio” en nuestro grito cruzado contra estos nuevos infieles que pretenden destronar a Dios y, con Él, al hombre de la Creación.
“¡Dieta y Ejercicio!”, damas y caballeros, que el campo de batalla nos espera.
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