Este pasado martes nos desayunábamos con la noticia del abandono de Iván Espinosa de los Monteros de la primera línea política en Vox -el tiempo dirá si también de la segunda- y, casi al instante, se desató una guerra en el ámbito de lo que podemos llamar la “no-izquierda”.
Su marcha, en opinión de quien esto escribe, ha puesto de manifiesto la terrible confusión ideológica que padece la “derecha”, muy en especial en España, por causas que ahora detallaré. El origen de dicha confusión radica en que la mayor parte de la intelligentsia digamos conservadora bebe de las fuentes del “liberalismo” de corte anglosajón y su tan cacareada -mas nunca practicada- política de “laissez-faire” que les ha llevado a adoptar, ciegamente, la visión del mundo propia de las élites angloamericanas y, con ésta, la idea clave de que seguimos viviendo en el “paradigma post1945” con su clara división entre capitalismo y comunismo. En definitiva, 1989 no sucedió nunca y el siglo XXI es una prolongación natural del siglo XX.
Esta visión es absolutamente necesaria para mantener -o intentarlo, en ello están- la hegemonía ideológica de las talasocracias anglosajonas y desde un punto de vista geoestratégico tiene todo el sentido. Pero para ellos, no para nosotros, que sólo somos un mero satélite periférico de ese club con un férreo derecho de admisión. Al participar de su cosmovisión la derecha española parte, pues, de las premisas equivocadas y por ello se encuentra en el lamentable estado de confusión que el “affaire Espinosa” ha puesto de manifiesto muy crudamente. Por el contrario la “no-derecha” entendió perfectamente la cesura de 1989 y desde entonces, sin prisa pero sin pausa, ha levantado, de las humeantes cenizas soviéticas, ese nuevo Muro Ideológico al que hemos acabado bautizando como Woke y que se ha convertido en el núcleo vertebrador del liberalismo, del Orden Liberal que ha aunado los intereses de Wall Street y la City con los de la “clase creativa” post-marxista. Esa conjunción, nefasta y corrosiva como no se ha visto en la historia, es la que constituye el poder bajo el cual nosotros, los desdentados y deplorables, estamos siendo sojuzgados, cada vez de forma más descarada y retorcida, pues Nuestros Señores, cuya única ideología es el ansia por lograr un trasunto de inmortalidad demoníaca, extraen su fuerza de nuestra artificial división entre “derechas e izquierdas, liberales y conservadores, progres y fachas”, espejitos y abalorios, al fin y al cabo, que menean ante nuestros ojos distraídos mientras nos lo roban todo. Todo.
Lo falso de dicha división se demuestra en el hecho, muy esclarecedor, de que si a un persona que se identifica en el campo de la “no-izquierda” le dices que vivimos bajo la bota del “Orden Liberal” se rasga las vestiduras y se rasga las vestiduras una persona de la “no-derecha” cuando le señalas que su discurso es la savia vital del “Orden Liberal”: tanto uno como el otro son incapaces de entender que en nuestra época (que es la que se inicia en 1989 y que abre un nuevo período histórico que rompe por completo los esquemas anteriores) el liberalismo es el discurso dominante, que se ha nutrido de elementos procedentes de ambas esferas hasta alcanzar esa destilación terroríficamente perfecta, basada en la especulación y la deshumanización de todo lo que hacía de nuestro mundo un mundo “posible”, devenido ahora en el “mundo imposible” que cito a menudo en estas crónicas.
Es por ello que hablar del Orden Liberal es asunto muy espinoso pues, imbuidos como estamos en la falsa dicotomía que el Sistema nos impone, se recibirán críticas despiadadas desde todos los flancos, como las redes sociales dejan de manifiesto estos días, en esta ocasión sobre todo por la banda derecha (en otro momento sucederá con los de enfrente) que es la más desorientada de las dos, como ya hemos analizado, pues el grueso del corpus político-cultural procede de la “no-derecha” dejando muy descolocados a los acólitos de la rama derecha.
Y así, mientras nosotros nos sacamos los ojos diciéndonos de todo, Nuestros Señores observan complacidos un espectáculo que a los únicos que beneficia es a Ellos. Espero que la mayoría acabe entendiendo que el verdadero eje de confrontación en nuestro Orden Liberal es el que va de arriba hacia abajo. El de los globalistas contra los soberanistas. En el ínterin, tanto (des)orden.
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