La garrochización de los medios tradicionales -es decir, aquéllos para los que Internet no es su hábitat natural- en los Estados Unidos ha concluido con la salida de Tucker Carlson de FOX. Nosotros, en nuestra pequeña y mísera escala, vivimos el mismo fenómeno con la salida de Hughes del ABC, a raíz de lo cual acuñé el neologismo “garrochización”, que a mi parecer describe con agria certeza lo que sucede en nuestro tiempo covidiano de censura panóptica.
Como escribí en uno de mis poemas tuiteros de esta semana “nos quedamos sin guerreros” y en el peor momento de nuestra historia, cuando más falta nos hace contar con espíritus libres y aguerridos que nos espoleen a nosotros, los deplorables y desdentados, para impedir que Nuestros Señores avancen, apisonadora sanchista mediante, con sus pérfidos planes de aniquilación y control. Es obvio que sean estos espíritus libres el principal objetivo de su ira y utilicen para su eliminación -por ahora mediática- cualquier herramienta a su alcance, cosa que a Ellos no les falta, dueños como son de la riqueza y del poder de este mundo.
Lo sucedido con Carlson nos debe hace ver, con una claridad terrorífica, que los deplorables y desdentados de este mundo no tenemos sitio en él según Nuestros Señores. En su visión de las cosas y del hombre las masas carecen del menor valor, siendo de hecho una carga insoportable y destructiva para el medio ambiente, como repiten en sus mantras “ecologistas”, ya apenas sin el menor filtro ético o moral. No tenemos cabida en SU planeta. Empiezan por desterrarnos del medio físico, ya sea el papel, la radio o la televisión y luego lo harán del entorno digital, como ya ha venido sucediendo estos tres últimos años que ahora se nos antoja como un mero anticipo de la Gran Persecución Algorítmica que está por llegar sobre todo de la mano de las CBDC (las Divisas Digitales de Bancos Centrales, por sus siglas en inglés).
Es relativamente fácil echar con cajas destempladas a un Tucker o a un Hughes de una televisión o de un periódico pero ya no lo es tanto lanzar al ostracismo digital a millones de disidentes desdentados. Sin embargo los planes para eliminar la presencia digital están más avanzados de lo que querríamos admitir. Se trata, en definitiva, de que no tengamos la menor visibilidad en ningún entorno. Una vez invisibles será mucho más fácil pasar a la siguiente fase de su plan, que será la eliminación real. ¿Exageraciones, alucinaciones?
Piensen en lo vivido desde marzo de 2020 y luego les pido redefinan qué es una “exageración”.
Nos han dado innumerables pruebas y evidencias de lo que buscan durante este Nuevo Tiempo covidiano. Si hasta los guerreros aparentemente más poderosos como Tucker Carlson, el periodista número 1 de los Estados Unidos, han caído imagínense lo que podrán hacer con nosotros, querido lector deplorable.
En clave histórica, cuando los Imperios inician su fase de declive, acceden al poder los peores y caen los mejores. Diríase que, enferma la salvia vital que los sostenía, desaparecen los mecanismos que permitían una renovación salvífica de sus élites de poder. Así pues, en la crisis del siglo III d.C Roma halló en los valerosos generales ilirios esa ansiada renovación pero en el siglo V ese proceso ya no fue posible y el último general digno de tal nombre, Estilicón, cayó por una burda conspiración de palacio y tras su muerte se aceleró la descomposición militar del imperio en Occidente.
Los Estados Unidos se adentran en su particular siglo V, repleto de intrigas, traiciones y un subterráneo flujo de mediocridad y maldad que todo lo corroe. Los eunucos palaciegos no pueden tolerar más Estilicones y, encerrados en su molicie y su degeneración, esperan que la tormenta pase para seguir gozando, enfermizamente, los placeres que les otorga una -falsa- sensación de poder. En su burbuja de silencio, una vez cercenada toda voz crítica, creen que al fin podrán llevar adelante sus delirios mientras, en realidad, será la Historia la que los arrollará sin piedad porque si algo nos ha enseñado esa vieja dama maliciosa es que un vacío de poder es un capricho intolerable que debe ser llenado a la mayor brevedad.
Llegado ese día no quedarán más Tuckers que puedan levantar la voz de alarma y quizá, sólo quizá, un gordo y aterrorizado eunuco entenderá, muy tarde, qué necesarios eran los viejos guerreros que blandían la pluma y la espada por igual.
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